25 de marzo de 2011

Yo aprendí a volar una mañana de enero

Al olor del columpio en aquel parque,
donde los rostros de los hombres se hacían más pequeños,
yo aprendí a volar una mañana de enero.
En la esquina de las luces apagadas,
me arrastraste hacia el muro ciego
y lloramos juntos las soledades de la vida
y juramos que no volveríamos a vernos.
Suplicando huir, oculta entre penumbras,
quisiste accidentarme de nuevo,
y sin más logré escapar, alcé mis alas...
y de pronto, era febrero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ese "y de pronto, era febrero" es de lo más contundente que he leido ultimamente :)

Bonito, bonito. Y verdadero.