De cuando el silencio te puede y acabas susurrando, a voces, aquello que más duele.
De cuando la presencia hiere y la ausencia, simplemente, agrede.
De cuando el tiempo se detiene y unos ojos descubren que te pierden.
De cuando el dolor se abstiene y vacío, por dentro, enloqueces.
De cuando la presencia hiere y la ausencia, simplemente, agrede.
De cuando el tiempo se detiene y unos ojos descubren que te pierden.
De cuando el dolor se abstiene y vacío, por dentro, enloqueces.
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