6 de mayo de 2007

intertextualidad, o el placer de la lectura


'...hasta las batallas de material de la Primera Guerra Mundial los estudiantes de bachillerato tenían que aprender el famoso verso de Horacio según el cual es dulce y honroso morir por la patria.' *

Rápidamente establezco las conexiones que considero pertinentes: Llegó Wilfred Owen, además de la Guerra y dijo eso de:

'...My friend, you would not tell with such high zest
To children ardent for some desperate glory,
The old Lie; Dulce et Decorum est
Pro patria mori.'

Sigo leyendo y me encuentro con:
'Por otra parte, una jauría embravecida no ejecuta simplemente las órdenes de un presidente o escriba, como apunta Wolfgang Soksky: "Las dictaduras sólo pueden movilizar a cientos de miles de personas porque la propia población está dispuesta al ataque".'

Y entonces apunto al margen: The Magus, y pienso en eso que dice Conchis a propósito del ascenso de Hitler al poder: "That was the tragedy. Not that one man had the courage to be evil. But that millions had not the courage to be good."

Más adelante aparece: '...en octubre de 1936, uno de los generales de Franco se expresaba en términos similares en Salamanca: "¡Viva la muerte! ¡ Abajo la inteligencia!" y me digo a mí misma: "Millán Astray" y recuerdo las grandes, grandísimas palabras de Miguel de Unamuno: "Venceréis pero no convenceréis".

Y os estaréis preguntando, ¿qué pinta todo esto aquí? Pinta que, para mí, éste es uno de los mayores placeres que nos brinda la lectura. Además de llevarnos a otros mundos, a otras épocas, a otras sociedades; además de educarnos, informarnos -y formarnos-, la mayoría de las cosas que leemos están llenas de referencias, guiños e influencias (conscientes o insconscientes) que si se saben ver pueden enriquecer más aún un placer que ya está de por sí suficientemente enriquecido.
No se puede describir la sensación que se siente cuando se encuentra una frase y se sabe -o intuye- por qué está ahí, qué se quiere decir con ella, de qué nos está hablando o parece estar hablando el autor. Reconozco que en el 90% de los casos no soy capaz de reconocer esas referencias, pero cuando lo consigo siento una satisfacción que sólo aquellas personas que saben de lo que hablo podrán comprender.
A veces, como es el caso de la segunda cita, también me tomo la licencia de establecer mis propias conexiones sin el permiso del autor. ¿Osado? Puede que sí, pero también entretenido y enriquecedor; además, personalmente, me hace sentirme un poco más útil y, por qué no, más feliz. ¿Y acaso no es la búsqueda de la felicidad lo que nos mueve como seres humanos?


*Las citas están sacadas de El perdedor radical, de H.M. Enzensberger (de quien había leído hace años El diablo de los números). Os invito a que lo leáis y así podremos debatirlo (no se tarda ni 45 minutos). Personalmente me quedo con la primera parte del ensayo en la que nos describe cómo es el perdedor radical -sorprende ver que estamos rodeados de ellos-, mientras que en la segunda parte se centra en un caso particular de perdedor radical: el terrorista islamista, a la vez que trata de establecer conexiones entre éste y otros modelos de perdedores radicales.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que búsqueda de la felicidad ni que hostias!!!!!!!
por lo menos sabemos que filología y literatura son palabras de género FEMENINO, no tienen testosterona alrededor.
Son nuestras aliada!
un besu

Detective Librero dijo...

Aquél hype de 'El diablo de los números' me suena que lo intenté leer y era un petardo de impresión; de todas maneras, no soy yo muy de quotes.

pequeñorocknroll dijo...

Te comprendo a la perfección, porque yo, desde hace poco tiempo cada vez más a menudo, comparto tu misma alegría, hago las mismas conexiones y me siento igual de útil.

Como bien hablábamos no hace mucho, algún LES agradeceremos por habernos enseñado a amar aún más, ese placer cada vez más desdeñado.

Un besíin :)